Mi producción tiene su raíz en la investigación de  las posibilidades expresivas que nos dejaron las vanguardias del siglo XX y en su utilización para describir la realidad, de forma brillante pero alejada lo más posible del detalle, que no hace sino distraernos de lo esencial y en consecuencia restar posibilidades expresivas a la obra. Esta pintura tendría como base lógica el neoplasticismo de Piet Mondrian, con el que pretendo explorar las formas y colores esenciales que permiten expresar sintéticamente la realidad, y estructurarla en su esencia, llevándola a una apariencia de descomposición, sin perder la visión del objeto interpretado. Asimismo he querido aprovechar las posibilidades expresivas de la pintura gestualista del expresionismo abstracto, y disfrutar de la belleza de la mancha de pintura, para aportar luz a una obra que enlace con los primitivos impresionistas de una forma que pretendo que sea renovadora.

 

 

 

 

A mi modesto entender el arte moderno del siglo XX resultó muy convulso y los movimientos artísticos se sucedieron con mucha rapidez, y, en algunos casos, poca profundidad como para poder conseguir los mejores resultados en cada una de sus propuestas. El postmodernismo que vino después elevó el marketing a la categoría de arte, y menospreció la técnica y el cuidado en la elaboración de cada obra, evitando profundizar en las propuestas de los movimientos que le precedieron, lo que en mi opinión no ayudó a evitar la crisis que afectó especialmente al mundo del arte tras el pinchazo de la burbuja en 2008. 

 

El arte profesional necesita de un mercado para desarrollarse adecuadamente si no quiere vivir de las distorsionadoras subvenciones, y éste se ha roto en los últimos años. Como economista apasionado por el mercado del arte,  estoy convencido de que la solución a su crisis  está pasando por una vuelta al gusto por la técnica, a volver a apreciar la producción que aporta un alto valor a la obra en sí, y no tanto al concepto que la adorna. En este sentido creo que un exceso de conceptualismo y de mercadotecnia entorno a objetos de escaso valor material, han provocado un profundo descrédito por parte del comprador que se ha visto propietario de objetos que, tras la crisis, no valían ni un cuarto de lo que le costaron. Para recuperar este crédito se hace necesario volver a convencer al espectador, cargando el valor de la obra en su aspecto más técnico, más palpable, y de esta forma recuperar la filosofía de las vanguardias, y reinterpretarlas de forma renovada para volver a conectar con un público que necesita valores sostenibles en el tiempo.